Que viene y va
**Que viene y va**
La niebla se espesecía sobre el valle, un velo gris que envolvía los campos y oscurecía el río. El viento, frío y persistente, soplaba con fuerza, levantando remolones de neblina que danzaban alrededor del campanario de la iglesia vieja. En el claro, bajo la sombra de un roble centenario, un viajero montado en un caballo negro se detenía para ajustar su sombrero de ala ancha y contemplar la inmensidad gris. No era visible su rostro, oculto por la sombra del sombrero, pero sentía que la mirada del caballo, alerta y desconfiada, escudriñaba el valle.
Un momento después, una figura femenina emergió de entre las sombras, envuelta en un manto de color arena. Llevaba consigo un pequeño saco de cuero y caminaba con paso firme, sin dejar rastro en la tierra húmeda. Se detuvo junto al viajero, observándolo en silencio durante unos instantes antes de hablar, su voz apenas audible por el rugido del viento.
“¿Dónde busca usted?”, preguntó, su mirada fija en el horizonte.
El viajero, sin inmutarse, respondió con voz grave: “Lo que todos buscan”.
La mujer sonrió levemente y continuó su camino, desapareciendo de nuevo entre la niebla y las sombras, dejando tras de sí solo el eco de sus palabras y el persistente sonido del viento. El caballo negro se alejaba a paso firme, siguiendo el sendero que serpenteaba hacia lo desconocido, mientras la niebla se espesecía aún más sobre el valle, ocultando todo rastro de su paso.
https://www.ideal.es/opinion/juan-gomezjurado-viene-20250705232235-nt.html
#QueVieneYVa, #Futuro, #Estrategia, #Movimiento, #Adaptación
**Que viene y va**
La niebla se espesecía sobre el valle, un velo gris que envolvía los campos y oscurecía el río. El viento, frío y persistente, soplaba con fuerza, levantando remolones de neblina que danzaban alrededor del campanario de la iglesia vieja. En el claro, bajo la sombra de un roble centenario, un viajero montado en un caballo negro se detenía para ajustar su sombrero de ala ancha y contemplar la inmensidad gris. No era visible su rostro, oculto por la sombra del sombrero, pero sentía que la mirada del caballo, alerta y desconfiada, escudriñaba el valle.
Un momento después, una figura femenina emergió de entre las sombras, envuelta en un manto de color arena. Llevaba consigo un pequeño saco de cuero y caminaba con paso firme, sin dejar rastro en la tierra húmeda. Se detuvo junto al viajero, observándolo en silencio durante unos instantes antes de hablar, su voz apenas audible por el rugido del viento.
“¿Dónde busca usted?”, preguntó, su mirada fija en el horizonte.
El viajero, sin inmutarse, respondió con voz grave: “Lo que todos buscan”.
La mujer sonrió levemente y continuó su camino, desapareciendo de nuevo entre la niebla y las sombras, dejando tras de sí solo el eco de sus palabras y el persistente sonido del viento. El caballo negro se alejaba a paso firme, siguiendo el sendero que serpenteaba hacia lo desconocido, mientras la niebla se espesecía aún más sobre el valle, ocultando todo rastro de su paso.
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Que viene y va
**Que viene y va**
La niebla se espesecía sobre el valle, un velo gris que envolvía los campos y oscurecía el río. El viento, frío y persistente, soplaba con fuerza, levantando remolones de neblina que danzaban alrededor del campanario de la iglesia vieja. En el claro, bajo la sombra de un roble centenario, un viajero montado en un caballo negro se detenía para ajustar su sombrero de ala ancha y contemplar la inmensidad gris. No era visible su rostro, oculto por la sombra del sombrero, pero sentía que la mirada del caballo, alerta y desconfiada, escudriñaba el valle.
Un momento después, una figura femenina emergió de entre las sombras, envuelta en un manto de color arena. Llevaba consigo un pequeño saco de cuero y caminaba con paso firme, sin dejar rastro en la tierra húmeda. Se detuvo junto al viajero, observándolo en silencio durante unos instantes antes de hablar, su voz apenas audible por el rugido del viento.
“¿Dónde busca usted?”, preguntó, su mirada fija en el horizonte.
El viajero, sin inmutarse, respondió con voz grave: “Lo que todos buscan”.
La mujer sonrió levemente y continuó su camino, desapareciendo de nuevo entre la niebla y las sombras, dejando tras de sí solo el eco de sus palabras y el persistente sonido del viento. El caballo negro se alejaba a paso firme, siguiendo el sendero que serpenteaba hacia lo desconocido, mientras la niebla se espesecía aún más sobre el valle, ocultando todo rastro de su paso.
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