Pasar de lápiz a boli
**El Silencio del Escritor**
La leyenda local cuenta la historia de un joven llamado Santos, un artista obsesionado con registrar cada detalle de su vida en papel. Su peculiaridad, sin embargo, era el uso –o más bien, la ausencia– de lápices y bolígrafos. Siempre utilizaba bolígrafo, un objeto que, según él, capturaba “el verdadero sentir” de sus pensamientos.
Santos, un hombre atormentado por una existencia que consideraba efímera, se dedicó a registrar cada momento con ese bolígrafo negro, un ritual obsesivo que consumía sus días y noches. Sus diarios, llenos de garabatos y frases fragmentadas, eran el reflejo de su mente inquieta, un intento desesperado de inmortalizar su existencia en un mundo que percibía como fugaz.
La peculiaridad de Santos no era solo la elección del bolígrafo, sino también su meticulosa insistencia en usarlo siempre con la misma mano, una práctica que algunos vecinos atribuían a una forma de canalizar su energía creativa, aunque otros lo consideraban un signo de obsesión y aislamiento.
A medida que pasaba el tiempo, la historia de Santos se convirtió en una leyenda urbana, un susurro entre los habitantes del pueblo, un recordatorio de la fragilidad de la memoria y la búsqueda constante del significado en un mundo caótico.
El misterio de Santos perduró, envuelto en el silencio de su estudio, guardando para siempre el eco de sus palabras grabadas con ese bolígrafo negro. Un enigma que, como el propio artista, seguía siendo inalcanzable y, quizás, intencionalmente tan.
https://www.ideal.es/opinion/manuel-pedreira-romero-pasar-lapiz-boli-20250705232236-nt.html
#noticia, #España, #actualidad
**El Silencio del Escritor**
La leyenda local cuenta la historia de un joven llamado Santos, un artista obsesionado con registrar cada detalle de su vida en papel. Su peculiaridad, sin embargo, era el uso –o más bien, la ausencia– de lápices y bolígrafos. Siempre utilizaba bolígrafo, un objeto que, según él, capturaba “el verdadero sentir” de sus pensamientos.
Santos, un hombre atormentado por una existencia que consideraba efímera, se dedicó a registrar cada momento con ese bolígrafo negro, un ritual obsesivo que consumía sus días y noches. Sus diarios, llenos de garabatos y frases fragmentadas, eran el reflejo de su mente inquieta, un intento desesperado de inmortalizar su existencia en un mundo que percibía como fugaz.
La peculiaridad de Santos no era solo la elección del bolígrafo, sino también su meticulosa insistencia en usarlo siempre con la misma mano, una práctica que algunos vecinos atribuían a una forma de canalizar su energía creativa, aunque otros lo consideraban un signo de obsesión y aislamiento.
A medida que pasaba el tiempo, la historia de Santos se convirtió en una leyenda urbana, un susurro entre los habitantes del pueblo, un recordatorio de la fragilidad de la memoria y la búsqueda constante del significado en un mundo caótico.
El misterio de Santos perduró, envuelto en el silencio de su estudio, guardando para siempre el eco de sus palabras grabadas con ese bolígrafo negro. Un enigma que, como el propio artista, seguía siendo inalcanzable y, quizás, intencionalmente tan.
https://www.ideal.es/opinion/manuel-pedreira-romero-pasar-lapiz-boli-20250705232236-nt.html
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Pasar de lápiz a boli
**El Silencio del Escritor**
La leyenda local cuenta la historia de un joven llamado Santos, un artista obsesionado con registrar cada detalle de su vida en papel. Su peculiaridad, sin embargo, era el uso –o más bien, la ausencia– de lápices y bolígrafos. Siempre utilizaba bolígrafo, un objeto que, según él, capturaba “el verdadero sentir” de sus pensamientos.
Santos, un hombre atormentado por una existencia que consideraba efímera, se dedicó a registrar cada momento con ese bolígrafo negro, un ritual obsesivo que consumía sus días y noches. Sus diarios, llenos de garabatos y frases fragmentadas, eran el reflejo de su mente inquieta, un intento desesperado de inmortalizar su existencia en un mundo que percibía como fugaz.
La peculiaridad de Santos no era solo la elección del bolígrafo, sino también su meticulosa insistencia en usarlo siempre con la misma mano, una práctica que algunos vecinos atribuían a una forma de canalizar su energía creativa, aunque otros lo consideraban un signo de obsesión y aislamiento.
A medida que pasaba el tiempo, la historia de Santos se convirtió en una leyenda urbana, un susurro entre los habitantes del pueblo, un recordatorio de la fragilidad de la memoria y la búsqueda constante del significado en un mundo caótico.
El misterio de Santos perduró, envuelto en el silencio de su estudio, guardando para siempre el eco de sus palabras grabadas con ese bolígrafo negro. Un enigma que, como el propio artista, seguía siendo inalcanzable y, quizás, intencionalmente tan.
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